Fotos: Iván Sanchis
“Mobiliario urbano para caminantes” consiste en una intervención efímera en el barrio de Ruzafa, a través de la instalación de una escalera/pasarela que permite al espectador espontáneo asomarse a descubrir un descampado urbano escondido tras un muro de tapia.
Resultantes de diferentes procesos de transformación urbana, los solares o descampados urbanos, se presentan como espacios vacíos donde hubo en un pasado más o menos cercano una edificación y que están pendientes de un siguiente proyecto urbanístico. La R.A.E los define como “Porción de terreno donde se ha edificado o que se destina a edificar.”, como si dicho espacio sólo pudiese definirse desde un tiempo pasado y otro futuro, nunca en presente.
Ignasi de Solà-Morales en su texto Terrain vague los describe como “lugares aparentemente olvidados donde parece predominar la memoria del pasado sobre el presente.” Son lugares obsoletos, elementos “prescindibles”, lugares que quedan fuera de los circuitos de los productivo. Los solares son lugares improductivos e indefinidos, áreas no controladas, zonas olvidadas por la dinámica urbana que contiene expectativas de libertad y diferencias. En ese sentido es muy pertinente la aportación que hace Solà-Morales a la figura del espacio solar, acuñando la expresión francesa terrain vague para referirse a los espacios que nos conciernen. El autor hace un primer análisis de la naturaleza de estos espacios a través de la polisemia del propio término. Por un lado terrain en francés se refiere, en el ámbito urbano a “una extensión de suelo de límites precisos edificable en la ciudad”, pero también, cuando se relaciona con el ámbito rural, el terrain se refiere a una porción de tierra de límites más difusas que se encuentra en una situación “expectante, potencialmente aprovechable pero ya con algún tipo de definición en su propiedad”. Si bien terrain nos proporciona una dimensión física en la que ubicar los descampados urbanos, vague, la segunda palabra, nos permite entender la cualidad intrínseca de estos espacios. Por un lado vague como movimiento, oscilación, inestabilidad y fluctuación, procedentes de su origen germánico vagr-wogue relacionado con el oleaje. Pero más interesante es su doble origen latino derivado de vacuus, vacante, vacuum, traducido al inglés como empty, unoccupied pero también (y de ahí lo relevante de esta doble raíz) como free, available, unengaged. Concluyendo sobre esta coincidencia Solà-Morales apunta, “La relación entre la ausencia de uso, de actividad y el sentido de libertad, de expectativa es fundamental para entender toda la potencia evocativa que los terrain vague de las ciudades tienen en1 la percepción de la misma en los últimos años. Vacío, por tanto como ausencia, pero también como promesa, como encuentro, como espacio de lo posible, expectación.”
Los descampados son como “islas interiores vaciadas de actividad” (productiva) que se convierten en espacios para la libertad, espacios de fisura donde el vacío es la principal fuerza que gobierna como forma de subversión a las estrategias de poder. Los descampados son lugares para la libertad, la incertidumbre y las posibilidades derivadas de la ausencia de límites claros. Lugares para la espontaneidad que permiten además la vuelta de la naturaleza a la ciudad, una naturaleza “bastarda” que invade esos intersticios del espacio urbano. Gilles Clément en su Manifiesto del Tercer Paisaje se refiere a estos lugares como “residuos”, que, “en los sectores urbanos, corresponden a terrenos a la espera de ser asignados, o bien a la espera de ejecución de unos proyectos que dependen de provisiones presupuestarias o de decisiones políticas. Las demoras, que a menudo son largas, permiten que en los terrenos yermos urbanos surjas una cubierta arbolada (bosques de residuos)”.
“Mobiliario urbano para caminantes” es una invitación al descubrimiento y a la deriva por estos espacios que ofrecen otras temporalidades, ritmos y paisajes urbanos. Una acción simbólica para estimular la reflexión crítica del viandante sobre las dinámicas urbanas que generan espacios como son los descampados urbanos y que estructuran el espacio y el tiempo de la ciudad contemporánea.
“Mobiliario urbano para caminantes” ha sido instalada en varias ocasiones en el barrio de Ruzafa de forma espontánea pero en también en colaboración con colectivos como “La Manzana perdida de Ruzafa” con el fin de visibilizar un solar abandonado y plantear su recuperación colectiva para abrirlo al vecindario.
Fotos: Iván Sanchis